jueves, 23 de abril de 2009

El poder de la oración.


“Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, Él lo concederá” (Jn 16, 23)

Ha sido en semana santa. He visitado a un familiar. Ilusionado me enseñaba su nueva casa, lo que él había construido con sus propias manos y compartía sus dibujos donde expresa lo que siente. Yo no comparto sus ideas, ni entendía sus dibujos, pero respeto profundamente su nuevo estilo de vida, que le ha dado la serenidad y felicidad que el encortar el amor y fundar una familia dan a toda persona. Allí estaba también sus padres, pues justamente han decidido construir su vivienda en la misma parcela que ellos. En un momento determinado, la madre se acerca y me dice: “con lo que hemos pasado en años anteriores, donde no podíamos ni vernos y ahora casi a compartir casa”. Y lleva razón. Este sobrino abandonó el hogar familiar por que no se entendía con sus padres, produciendo una ruptura y un dolor muy grande a sus padres, a él y a su único hermano.
Todos han pasado unos años dificilísimos. Ahora mi sobrino es padre de un precioso niño y espera otro para próximas fechas.
¿Por qué el poder de la oración? Es sencillo imaginar. Ante le comentario de mi cuñada, yo recordé cuanto he rezado por ellos, y sobre todo, como en las noches de verano, mi hija que tenía entonces 8 años invitaba a su primo, el hermano pequeño que tanto sufría a rezar el rosario juntos.
El Papa Juan Pablo II había dedicado el año al rezo del rosario (oct.2002-03)
Venían a mi cama, se juntaban unos cuantos niños a mi alrededor y con la fe que mi hija brotaba con su rosario en mano, les enseñaba a rezar a estos primos suyos que no sabían ni el padrenuestro. Poco a poco aprendieron a rezar, y pedíamos siempre por muchas cosas, lo que les preocupaba a ellos, pero siempre estaba presente una petición: “que las relaciones de mi hermano y mis padres se arreglen”, pedía con fe este sobrino. Al poco tiempo, y con la edad de 12 años, este chico pidió recibir la 1º Comunión. Hoy en día no practica y defiende que Dios no existe porque no le escucha. Pero yo he comprobado que si le escuchó: hoy su hermano ha vuelto al hogar familiar, ha fundado una familia propia y quiere compartir su felicidad con sus padres y hermano.
Dios habla, Dios escucha y Dios actúa en la vida de cada persona. Basta saber pedir, saber escuchar y saber entender. Ahora me toca pedir para que sepan entender. Te invito a pedir conmigo. Y doy gracias por sentirme escuchada.

1 comentario:

  1. Una experiencia muy bonita, la verdad es que, sí, Dios escucha y actúa y se te olvidó poner que en casa, por las noches la primera peticion era: por los primos, para que tengan fé.

    ResponderEliminar