domingo, 5 de mayo de 2013

En el día de la madre



El corte Inglés, a pesar de ser domingo,  abre hoy sus puertas. Es el día de la madre y puede que a algunas personas se le olvide comprar algo y a última hora siempre queda el corte Inglés para los despistados. Pero no todo es comercial en el día de hoy.
Los sentimientos de cariño, agradecimiento y homenaje a la maternidad son bellos, y demuestran que las madres son algo especial.
“Hace muchos años que te fuiste de nuestro lado. Las prisas del Alzheimer prematuro borraron tu sonrisa y nos dejaron sin tus besos, sin tus abrazos, pero nunca nos quitó el cariño y el amor que nos fuiste dando día a día. Recuerdo que emoción sentía cuando regresaba del colegio y ya desde el “arco del patio” se te oía cantar. ¡Menuda voz!
Recuerdo como las vecinas acudían a casa, te contaban sus problemas, sus alegrías, sus necesidades… y tú, atenta les escuchabas y les dabas tus mejores palabras cargadas de cariño.
Yo no tengo tu voz, no canto. Pero trato de acoger en casa como tú hacías. Son muchas cosas tuyas  las que a lo largo de mi vida empiezo a descubrir  que están en mí. Y me llena de orgullo, porque tú, mamá, fuiste muy especial. 
 
He desempolvado esta graciosa poesía que escribí en mi adolescencia.  Recuerdo cuanto le gustó a mi madre. 


Brilla el sol,
y amaneciendo
un rayo penetra por mi ventana.
Bonito día se inicia.
Hoy, todos felices
recordamos nuestra niñez
 junto a nuestra madre.

A esta madre que nos dio el ser;
A esta madre que nos dio la luz;
A esta madre que velaba noche y día;
A esta madre que con su pecho nos crió.

La primera palabra
que supimos decir fue “mamá”.

Mamá,
 era nuestra forma de darte las gracias.
 Gracias mamá por nuestro existir,
por tu calor que nos cobijaba
 los gises días de invierno.

Gracias mamá
 por tu delicada mano
 que limpiaba nuestra mejillas
 cuando las lagrimas brotaban.
Gracias mamá
porque a la vuelta del cole,
siempre había una palabra dulce
 para demostrarnos tu cariño.
Gracias mamá
 porque cuando te necesitamos,
 te encontramos en casa,
dispuesta a ayudarnos.
Gracias mamá
 por tus desvelos y preocupaciones
para con nosotros.
Gracias mamá
 por tu entrega sincera.
Gracias mamá
 por tu gran sacrificio como madre.
Nuestros corazones se inclinan ante ti
y se abren para decirte:
¡GRACIAS MAMÁ!

viernes, 3 de mayo de 2013

Palabra de vida mes de mayo


 «Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».
¿Alguna vez te ha sucedido que has recibido un regalo de un amigo y has sentido la necesidad de corresponder? ¿Y de hacerlo no para pagar una deuda, sino más bien por auténtico amor agradecido? Seguro que sí.
Si esto te sucede a ti, imagínate a Dios, a Dios que es Amor.
Él siempre responde a cualquier regalo que hagamos a nuestro prójimo en nombre de Él. Es una experiencia que los cristianos verdaderos viven muy a menudo. Y cada vez es una sorpresa: nunca llegamos a acostumbrarnos a la inventiva de Dios. Podría ponerte mil, diez mil ejemplos; podría escribir un libro. Así verías cuán cierta es esa imagen: «os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante», que indica la abundancia con que Dios corresponde, su magnanimidad.

«Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

«Ya había caído la noche sobre Roma. Y en aquel pequeño semisótano el grupito de chicas que querían vivir el Evangelio se estaban dando las buenas noches. Pero sonó el timbre. ¿Quién sería a esas horas? Delante de la puerta había un hombre presa del pánico, desesperado: al día siguiente lo iban a desahuciar junto con su familia por no pagar el alquiler. Las chicas se miraron y, sin decirse nada, abrieron el cajón donde habían guardado en varios sobres lo que quedaba de sus sueldos y un depósito para los recibos del gas, del teléfono y de la luz. Se lo dieron todo a aquel hombre sin hacer razonamientos, y esa noche durmieron felices. Ya pensaría alguien en ellas. Pero aún no había amanecido cuando sonó el teléfono: “Voy ahora mismo en un taxi”, dijo la voz del hombre. Asombradas de que eligiese ese medio de transporte, las chicas lo esperaron. La cara del visitante indicaba que algo había cambiado: “Ayer por la noche, nada más volver a casa, me encontré con que había recibido una herencia que nunca habría imaginado. Y pensé que tenía que daros la mitad”. Era exactamente el doble de lo que habían dado generosamente».

«Dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

¿No te ha pasado también a ti? Si no es así, recuerda que hay que dar desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, a cualquiera que pida.
Haz la prueba. Pero no lo hagas para comprobar el resultado, sino porque amas a Dios.
Me dirás: «Si yo no tengo nada».
No es verdad. Si queremos, tenemos tesoros inagotables: nuestro tiempo libre, nuestro corazón, nuestra sonrisa, nuestro consejo, nuestra cultura, nuestra paz, nuestra palabra para convencer a quien tiene de que dé a quien no tiene…
Me dirás entonces: «No sé a quién dar».
Mira alrededor de ti: ¿te acuerdas de aquel enfermo hospitalizado, de esa señora viuda siempre sola, de aquel compañero tan deprimido por los suspensos, de aquel joven sin trabajo, siempre tan triste, de tu hermano pequeño, que necesita ayuda, de ese amigo que está en la cárcel, de ese aprendiz inseguro? Cristo te espera en ellos.
Adopta ese comportamiento nuevo del cristiano que rezuma en todo el Evangelio y que es lo opuesto a encerrarse en uno mismo y a preocuparse. Renuncia a depositar tu seguridad en los bienes de la tierra y apóyate en Dios. Ahí se verá tu fe en Él, que pronto será confirmada por el regalo que Él te hará a su vez.
Como es lógico, Dios no se comporta así para enriquecerte o enriquecernos, sino para que otros, muchos otros, al ver los pequeños milagros que cosecha nuestro dar, hagan lo mismo.
Lo hace porque cuanto más tengamos, más podremos dar, y para que –como auténticos administradores de los bienes de Dios– pongamos todo en circulación en la comunidad que nos rodea, de modo que se pueda decir, como de la primera comunidad de Jerusalén: «Entre ellos no había necesitados» (Hch 4, 34).
¿No te parece que con ello contribuyes a dar un alma firme a la revolución social que el mundo espera?
«Dad y se os dará». Naturalmente, Jesús se refería en primer lugar a la recompensa que tendremos en el Paraíso, pero todo lo que sucede en esta tierra es ya preludio y garantía de aquélla.
Chiara Lubich