domingo, 27 de septiembre de 2009

El mundo del revés: ¡Matar es un derecho!


Hoy vuelvo a pone a Monseñor Munilla en mi blog. Espero que os gusten tanto como a mi sus escritos.


El jueves 24, fiesta de la Virgen de la Merced, tuve la gracia de visitar el Centro Penitenciario de Dueñas (Palencia), donde celebré la Eucaristía con un numeroso grupo de cientos de presos, en honor a su Patrona. Uno de ellos, de nombre Manuel, compartía conmigo la dura experiencia de su vida, en presencia de otros reclusos. No olvidaré su rostro ni sus palabras: “Mire usted, a mí me pasó una cosa muy simple: Empecé por matar a Dios, borrándolo de mi conciencia; para luego continuar agrediendo a mi familia, a mis amigos y a todos los que se cruzaban en mi camino, y ya no me detuve ni ante el respeto debido a la vida misma”.
¡Me sentiría yo mucho más seguro en una nación gobernada por Manuel, que por alguien que sostenga que matar a una criatura en el seno materno, es un “derecho”! ¡Me fío mucho más de quien ha tocado fondo en la vida, por muy bajo que haya caído, y que ha hecho la experiencia humilde del retorno a la sensatez; que de aquel otro que se cree que va a reinventar una nueva civilización, y se muestra seguro en la soberbia de su ideología!

Oídos sordos a la razón

En la sesión extraordinaria del Consejo de Ministros realizada el sábado, día 26, se ha aprobado el Proyecto de reforma de la Ley del Aborto, en el que se propone una mayor liberalización de este crimen, llegando a la aberración de considerarlo como un “derecho”. Se trata de pasar de la actual “despenalización” de un mal, a su consideración como un bien.
La razón de ser de esta iniciativa es doble: una es la puramente ideológica (tengamos en cuenta que en España ya padecemos, en la práctica, el aborto libre); y, la otra, la tutela de las clínicas abortistas, para que el fraude generalizado que cometen actualmente, pueda tener amparo legal.
¿Qué otras razones podrían esgrimirse para justificar esta decisión política? Es conocido que en España estamos ante un auténtico invierno demográfico, y que el aborto es la principal causa de mortalidad. Más aún, España es el país de la Unión Europea que ha incrementado en los últimos diez años el número de abortos en un mayor porcentaje, con un 126%. A gran distancia le sigue Bélgica con el 36% de aumento y Holanda con un 26%. Mientras que Italia ha disminuido en un 9,71%, Alemania, en un 10,71%, y Polonia ha disminuido un 89,31%.
En consecuencia, no parece que puedan argüirse razones de política demográfica. España necesita urgentemente españoles, y la solución propuesta es… ¿¿otorgar el derecho de eliminarlos?? La única explicación para esta sinrazón es la puesta en práctica de un ideario de ingeniería social, donde el aborto es esgrimido como una bandera del feminismo… Y, sin embargo, cada vez constatamos con más frecuencia que la madre no es sino la segunda víctima del aborto. Más aún…, cuando el feto abortado es de sexo femenino, ¿dónde quedan los derechos feministas de esa “nueva mujer”?
Con la claridad y la transparencia que le caracterizaban, decía la Madre Teresa de Calcuta: “El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? ¡No nos queda más que eso!”. Sus palabras han resultado proféticas, habida cuenta de que el incremento del número de abortos en España, ha ido en paralelo al aumento de los índices de criminalidad, como es el caso de la violencia doméstica.


El peor de los males

Pero no pensemos que el aborto mismo es el peor de los males, por mucho que se trate de la cruel eliminación de vidas inocentes. Todavía hay un mal que podría ser mucho más nefasto: me refiero al hecho de que la liberalización del aborto pudiera tener lugar sin resistencia social alguna; sin que tal noticia tuviese la capacidad de sacarnos de nuestras preocupaciones cotidianas; sin que nuestra conciencia se sintiese conmovida. Si tal cosa sucediese, estaríamos ante la certificación de un mal inconmensurable: la muerte de la conciencia moral individual y colectiva, mucho más funesta que la misma muerte física.
Afortunadamente, tenemos noticia de que cuarenta asociaciones han reaccionado con presteza, convocando una gran manifestación para el día 17 de octubre en Madrid. El lema de la convocatoria es: “Por la Vida, la Mujer y la Maternidad”. La información necesaria podemos encontrarla en http://cadavidaimporta.org/. Confiamos en que esta iniciativa sea un signo del despertar moral de nuestra sociedad. No es hora de cruzarse de brazos, sino que tenemos el deber de actuar, de “dar la cara” en favor de la vida. ¿Si no lo hiciésemos por esta causa, por qué otra lo habríamos de hacer?

jueves, 24 de septiembre de 2009

Creer en esperanza, contra toda esperanza

Hoy de nuevo cedo mi blog para compartir las palabras de Marisa, una madre coraje que no pierde el tiempo, muy al contrario, lo aprovecha en beneficio de todos. Gracias Marisa.
Mucho se habla estos días de la crisis, y de la incapacidad de Rodríguez Zapatero para gestionarla adecuadamente. No sé si nuestro Presidente tiene un proyecto económico… parece que no… pero de lo que no cabe duda a estas alturas es de que tiene un proyecto ideológico. Un proyecto que va implantando paso a paso, ladrillo a ladrillo, y no hay más que hacer un repaso de las leyes, reformas y similares que estamos sufriendo desde hace años.

Visto en su conjunto, el panorama es desolador; y si uno mira hacia delante y ve lo que tiene preparado, la visión se hace aún más desoladora. Para llevar adelante ese proyecto ha tenido incluso que inventarse un ministerio y poner al frente del mismo a una ministra sin más capacidad conocida que la de permanecer inasequible al desaliento, llevando adelante, como un tanque, cualquier proyecto que su presidente le encomienda, aunque para ello tenga que sostener, en contra de toda la comunidad científica y del sentido común, que un feto es un ser vivo pero no un ser humano. La verdad es que hay trabajos indignos, aunque le permitan a una llegar a ministra.

Conocíamos hace unos días el proyecto para eliminar la objeción de conciencia de los farmacéuticos a la dispensación de la llamada píldora del día después. Los médicos serán los próximos. Que nadie lo dude.

La reforma de la educación es otra de las joyas de la corona de este Gobierno. Han metido la ideología en la escuela y no están dispuestos a permitir que salga. Con conciencias moldeadas a su antojo, los ciudadanos del futuro asumirán, sin crear problemas, todo aquello que el Gobierno pretenda que asuman. Ciudadanos educados a la medida del Estado.

Resulta sorprendente la poca resistencia que se están encontrando en su camino. Es inexplicable que la gente no se rebele en masa ante tanta iniquidad. Es terrible ver, como yo he visto, a padres incapaces de enfrentarse a lo que les viene. Padres que, sabiendo lo que una psicóloga iba a decirles a sus hijos de 14 años en una charla de sexualidad, un planteamiento que les va a conducir con toda seguridad a una vida incompleta y vacía, tan sólo decían «Los tiempos han cambiado. No se puede nadar contra corriente». Qué tristeza que unos padres no enseñen a sus hijos a nadar contra corriente, a tener aspiraciones, a ansiar una vida plena en lugar de asumir el sucedáneo que les venden, a defender aquello en lo que uno cree. Qué pena que no les enseñen a creer en esperanza contra toda esperanza, como hizo Abraham.

Acabamos de conocer una magnífica noticia. Se la debemos a aquellos que sí se atreven a nadar contra corriente, aquellos que viven en la esperanza porque saben que la verdad está de su parte y que la victoria será suya; aquellos que no se entregaron y que decidieron dar una batalla por la libertad. Una magnífica noticia para ellos y para todos. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha dado la razón a los padres objetores y ha reconocido su derecho a decidir la formación moral que quieren dar a sus hijos. Esta vez parece que no ha habido vídeo del ministro previo a la sentencia; no había nada que celebrar por anticipado. El Gobierno pierde y la libertad de conciencia gana. Es decir: ganamos todos.

Estas sentencias de Castilla y León constituyen un hito importante. Llegan varios meses después de las sentencias del Supremo con las que se pretendió dar por zanjado el asunto de Educación para la Ciudadanía. Las presiones sobre los objetores aumentaron; algunos se replegaron y dieron la batalla por perdida. Otros no. Muchos padres siguieron firmes, creyendo en esperanza contra toda esperanza. Así lo decían los padres de Castilla y León en una de las notas de prensa que mandaban a los medios a lo largo de estos meses: «Confiamos absolutamente en que estas circunstancias excepcionales queden perfectamente acreditadas en el caso de Castilla y León, en los argumentos presentados por los abogados que representan a los padres». Los magistrados habían sido muy claros en los autos de medidas cautelares. Decían entonces: «a diferencia de otras asignaturas […] la superación de esta asignatura no sólo implica recibir unos determinados conocimientos, sino que se exige del menor que los incorpore a su comportamiento para siempre» Y añadían aún mas, al referirse a los criterios de evaluación de la asignatura «no se aprobará la asignatura si el comportamiento de los alumnos/as no rechaza activamente -o admite activamente- algo de lo enseñado […] estableciendo como criterio de evaluación no sólo una asimilación de contenidos sino un determinado comportamiento». Ahora se han ratificado en tal valoración, con mucha más rotundidad.

Los magistrados de Castilla y León han sido valientes, sin duda, al dictar esta sentencia, en lugar de limitarse a acatar lo dicho por el Tribunal Supremo sin cuestionarse nada más. Estos magistrados, al poner su conciencia por encima de las facilidades, han contribuido a mantener la esperanza en la justicia.

La objeción de conciencia siempre ha tenido amparo moral. Ahora lo tiene también judicial en Castilla y León. Sigamos luchando contra aquellos que quieren aniquilar toda resistencia y acabar con la libertad de conciencia. Somos gente con esperanza. Lo lograremos
Marisa Perez Toribio

martes, 15 de septiembre de 2009

La batalla está ganada… pero la lucha continúa.

Esta vez os recomiendo la lectura de un articulo de mi buena amiga Marisa Perez Toribio, una madre de familia incansable que lucha por la libertad frente al totalitarismo de estado que estamos comenzando a vivir en nuestro pais. Espero que os guste.


«El objetivo de esta asignatura es quitar la educación de manos de los padres, que normalmente son muy reaccionarios, y de los curas desviacionistas». Estoy segura de que Fernando Savater no sabía el inmenso favor que estaba haciendo al movimiento objetor a Educación para la Ciudadanía cuando pronunció esta frase en el VIII Congreso de Escritores de España celebrado en León, en octubre de 2008.

A veces, tratando de explicar en qué consiste este proyecto ideológico del Gobierno nos complicamos con conceptos que no todo el mundo llega a entender: ideología de género, relativismo moral, positivismo jurídico… La ventaja de la descripción de Savater es que no necesita más explicaciones; es el perfecto resumen de lo que es EpC. En esa frase está la clave. Si se cumple ese objetivo, si el Estado es capaz de arrebatar a los padres la educación de sus hijos se habrá producido ese cambio revolucionario en la enseñanza del que hablaba Peces-Barba en el año 2004, ese cambio capaz de justificar, por sí solo, toda una legislatura.

¿Cómo es posible que una asignatura sea capaz de obrar esa transformación? ¿Cuál es ese cambio revolucionario en la enseñanza? Con EpC y su diseño perverso que lo impregna todo se ha conseguido convertir la escuela, todas las escuelas, en centros de manipulación ideológica. Algunos, de momento, creen haber podido escapar a ese destino con lo que han llamado «adaptación». Con su actitud, lo sepan o no, están ayudando al Gobierno a engrasar la maquinaria para que le sea más fácil, dentro de poco, dar la siguiente vuelta de tuerca. Veremos qué hacen entonces.

Esa manipulación ideológica, en lenguaje oficial, se dice formar la conciencia moral de los alumnos. ¿Es posible que a un Estado le pueda interesar alcanzar ese objetivo? No cabe duda; más que ningún otro. Con conciencias formadas a su medida, es decir, con «pseudo-conciencias», se acabó toda resistencia. Precisamente el gran obstáculo, si no el único, que se está encontrando el Gobierno en sus planes se llama objeción de conciencia. Cuando se pervierte de tal manera el sistema que se utiliza para imponer leyes inmorales e injustas; cuando las instituciones no cumplen su función; cuando los tribunales no tutelan los derechos de las personas; cuando parece que ya no se puede hacer nada… siempre hay algo que se puede hacer: apelar a la libertad de conciencia.

El Gobierno lo sabe; sabe que contra eso no tiene armas. Sí las tiene para manejar a aquellos en los que ya ha calado, en gran medida, la doctrina EpC de Estado-dador-y-quitador-de-derechos-e-instaurador-de-valores-morales, pero no puede acabar con los verdaderos objetores de conciencia. Bastaría con que hubiera uno solo para poner en riesgo su proyecto, y en este momento hay miles, en todos los ámbitos.

¿Qué está ocurriendo, por ejemplo, en el caso del aborto? Para poder sacar cómodamente adelante su perverso plan de reconversión de un delito despenalizado en un derecho, la creación de tal derecho inexistente tiene que ir acompañada de la supresión de un derecho fundamental, el de la libertad de conciencia con su consecuencia directa: la objeción de los médicos. No lo tienen fácil. La Organización Médica Colegial ya lo dejó bien claro el pasado mes de agosto al advertirle al Ministro de Justicia que la objeción de conciencia «se va a respetar, se quiera o no se quiera, y es mejor hacerlo por las buenas que por las malas».

Lo mismo están diciendo, con su actitud firme, los padres que han ejercido ese mismo derecho frente a Educación para la Ciudadanía. En este caso, de momento, parece que el Gobierno sigue empeñado en que sea por las malas.

Ahí está, sin ir más lejos, Peces-Barba amenazando a los padres siempre que tiene ocasión: «La objeción de conciencia se produce si la ley lo permite». Debe pensar, en su megalomanía, que por ser uno de los llamados «padres de la Constitución» puede ejercer una cierta patria potestad sobre cualquier ciudadano de este país. A ver cuándo se entera de que, en cuestiones de formación moral, un padre de la Constitución no tiene nada que decir frente a un padre de familia.