Han pasado mas de 6 meses desde mi última entrada. Es curioso, porque podría titularse igual: cartel que emociona. Pero por no repetirme, he puesto ese otro título. La situación social no ha cambiado. Nos ha dado respiro unos meses, pero la pandemia avanza entre nosotros. En casa estamos viviendo esta situacion asi como la describo a continuación.
Pero ante las dudas y las preguntas que acechan la mente, el corazón se dilata para trabajar con más interés. Preparo la bandeja más bonita que tengo, adorno el plato con la comida hecha con esmero, la medicación en una bandejita, y esa mesa de camping en el dormitorio para hacerlo más llevadero. Así, mi marido permanece aislado y recuperándose de la fiebre.
Ahora comienza otra nueva fase: tenemos que aislarnos los
tres. No podemos convivir. Ahora preparo dos bandejas de comida y yo como sola
en el salón. El aislamiento no supone olvidarte del mundo. Así, atiendo los
problemas de una amiga que necesita ayuda con los estudios de su hijo. Una
llamadas telefónicas y mensajes y se soluciona enseguida. Pero esto da pie a
contar que estás en aislamiento. Entonces, al día siguiente, y por sorpresa me
llaman al portero, es la hija de una vecina: “en el ascensor te mando una cosa”. Mi sorpresa al abrir el
ascensor: una enorme cesta llena de rica fruta y una preciosa carta dándonos
ánimos y cariño. Siento una gran emoción. ¡¡Es el amor que vuelve y cargado de
vitaminas!!!!
Seguimos cada uno en una habitación, pero sentimos que son momentos de rezar más, de leer, de aprovechar para hacer lo que nunca tienes tiempo. Por ejemplo, recopilar y pasar los vídeos a digital. ¡¡¡Estoy haciéndome una experta!!! Así lleno mi tiempo estos días, y dicen ¡que soy negativa!!