viernes, 18 de marzo de 2016

En el aeropuerto

He visto amanecer por la carretera. El trafico denso de la llegada a la capital de España me hace sentir el bullicio de vivir en una gran ciudad, pero al mismo tiempo me recuerda la belleza de poder vivir cada día con su afán.
En poco tiempo he llegado al aeropuerto, el trajín de maletas, check in y controles no demuestra para nada la hora tan madrugadora que marcan los relojes. Aquí a simple vista podrían ser ya las doce del mediodía, y sin embargo no son ni siquiera las ocho de la mañana.
Sentada en una cafetería, saboreando un buen zumo de naranja, observo las personas que van y vienen.  ¿Que tendrán cada uno en sus mochilas, para donde irán?
La mayoría llevan algo en común: una gran sonrisa!!
Aquí aun funciona el wifi, y puedo contaros todo esto. Mientras, los sentimientos interiores van fluyendo: emoción, alegría, superación... la aventura ha comenzado. En pocas horas podre abrazar a mi hijos y nieta. Hace un año que no lo hago. Así que tengo una maleta llena de abrazos que iré abriendo cada día de los que esté con ellos. El viaje no estaba planificado, pero las circunstancias han surgido así y la Providencia ha colaborado.
Yo también tengo mi sonrisa en los labios, sonrisa que emerge de la alegría interior que me emerge cuando pienso en los dias que me propongo pasar en Brasil.
Había pensado comprar algo para leer mientras espero, pero gracias a las nuevas tecnologías, en vez de leer escribo. Y a ti te doy las gracias por leer. ¡¡Que me voy!!.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Las chicas de los mandiles..

Ante el brutal atentado contra la comunidad de las Hermanas Misioneras de la Caridad que se saldó con la muerte de 4 religiosas (ruandesas, una india y una keniana), el chófer y dos colaboradores de la institución en Aden (Yemen), quisiera compartir con los lectores de este blog la reflexión que he encontrado en Facebook escrita por Toño Casado, que me ha encantado.
LAS CHICAS DE LOS MANDILES
Los mandiles. Llevaban los mandiles puestos. Mandiles manchados de sopa o de verduras, de manos de los niños o de los viejos, manchados ahora de la propia sangre, como un extraño collage de menestra y salsa de tomate, que no es tomate, que es de verdad. Cuatro mujeres que hicieron de su vida dar dignidad y besos a cucharadas, con las caricias y la sonrisa y el trabajo incansable de recoger los platos y hacer las camas y las vendas y los orinales. Monjas, sí, de esas de las que mucha gente se ríe porque piensan que son tontas porque hablan con voz de monja o que se pierden la vida esta loca que llevamos, que igual no tienen móvil ni van a los centros comerciales ni ven gran hermano ni practican sexo. Jóvenes mujeres aparentemente frágiles que nunca descansan. Estas si que vivieron el día y el año y la vida de la mujer trabajadora.
Estas tontas monjas si que supieron ser felices sin libros de autoayuda del vips. Estas pobres monjas si que fueron valientes, cuidando de los más pobres en una tierra de islamistas fanáticos que van arrasando el mundo como la peste negra. ¿Quien es el héroe que se queda cuidando de cuatro viejos cuando sabes que vienen los demonios a cortarte la cabeza y grabarlo en HD para atemorizar al mundo?. Me río de las tetas al aire de femen o las amigas de la Rita, me parto de los semáforos con falda de valencia y me escojono de tanto progreHippi que no le falta un detalle de sus diseñadas vidas haciendo padrenuestros feministas. Estas chicas muertas les restriegan, nos restriegan, los mandiles ensangrentados en la cara. Servir hasta la muerte. Ayudar hasta el último momento. Y eso porque su fe era su energía y Jesús y su compromiso por un mundo más bueno las hicieron cristianas y monjas, sí; monjas con delantal. Para siempre. Como tantas mujeres que sostienen el mundo. Madres, abuelas, niñas, monjas; asesinadas, golpeadas, violadas, pero fuertes, lo más hermoso de este muchas veces podrido mundo.
Contemplo mi delantal en la cocina y se que ya no volverá a ser el mismo. Ni yo tampoco.