viernes, 18 de marzo de 2016

En el aeropuerto

He visto amanecer por la carretera. El trafico denso de la llegada a la capital de España me hace sentir el bullicio de vivir en una gran ciudad, pero al mismo tiempo me recuerda la belleza de poder vivir cada día con su afán.
En poco tiempo he llegado al aeropuerto, el trajín de maletas, check in y controles no demuestra para nada la hora tan madrugadora que marcan los relojes. Aquí a simple vista podrían ser ya las doce del mediodía, y sin embargo no son ni siquiera las ocho de la mañana.
Sentada en una cafetería, saboreando un buen zumo de naranja, observo las personas que van y vienen.  ¿Que tendrán cada uno en sus mochilas, para donde irán?
La mayoría llevan algo en común: una gran sonrisa!!
Aquí aun funciona el wifi, y puedo contaros todo esto. Mientras, los sentimientos interiores van fluyendo: emoción, alegría, superación... la aventura ha comenzado. En pocas horas podre abrazar a mi hijos y nieta. Hace un año que no lo hago. Así que tengo una maleta llena de abrazos que iré abriendo cada día de los que esté con ellos. El viaje no estaba planificado, pero las circunstancias han surgido así y la Providencia ha colaborado.
Yo también tengo mi sonrisa en los labios, sonrisa que emerge de la alegría interior que me emerge cuando pienso en los dias que me propongo pasar en Brasil.
Había pensado comprar algo para leer mientras espero, pero gracias a las nuevas tecnologías, en vez de leer escribo. Y a ti te doy las gracias por leer. ¡¡Que me voy!!.

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