miércoles, 2 de marzo de 2011

Tambien la abuela Mercedes ha llegado a la Vida Eterna.

La abuela Mercedes, diciembre 2.010
Quiero dar Gracias a Dios por la vida de Mercedes. Conocer a Mercedes ha sido toda una catequesis, todo un regalo que Dios me ha dado. Mercedes ha sido una mujer BUENA, con mayúsculas.

Estar a su lado era un privilegio, el privilegio de sentirme amada. No importa si la conocías desde hace 80, 40, 10 años o 15 días, todos nos hemos sentidos queridos por ella. Y cuando ya no hablaba, a través de su mirada nos dejaba ver su cariño. Pero no solo eso, nos hacia querer a los suyos, a su familia: mi Elisa, mi Inés, mi Vito, mi Paqui, mi Mercedes,mis nietos, biznietos… yo he aprendido a quererlos incluso antes de conocerlos.

Toda vida es un regalo, un don que Dios nos hace. Y la vida de Mercedes ha sido un paso por la tierra haciendo el bien. Estos últimos días, veíamos que se iba consumiendo como una vela, pero al igual que una vela, cuanto más se consumía más luz daba a su alrededor.

Dice el Evangelio de san Mateo: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos

Mercedes no ha construido grandes carreteras, no ha descubierto medicamentos, no pasará a la historia por hechos deslumbrantes, pero en cada uno de nosotros tenemos la herencia, la obra que nos ha dejado: su sencillez, su alegría y su grandísima fe.

• La sencillez de Mercedes, su estar siempre ahí, a veces hasta de puntillas para no hacerse notar… Todo un ejemplo como Maria Madre.

• Su alegría, una alegría que le brotaba espontánea y era contagiosa. Como decimos en Andalucía: “que Gracia tenía”. Dios le había regalado ese don, y ella lo compartía con todos.

• Y la confianza que cada día ponía en Dios, abandonándose en Sus manos, no se resignaba, sino que aceptaba con alegría lo que Dios le pedía y acudía siempre a la Virgen del Carmen, con la oración o visitándola en la parroquia cuando aun podía, para pedirle las fuerzas.

Imagino que habrán hecho fiesta en el cielo a tu llegada, y yo desde aquí quiero unirme a la Fiesta, para vivir en la tierra como en el cielo. Gracias Mercedes, nos has llevado a Dios de la mano. Intentaremos seguirte.

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