domingo, 27 de febrero de 2011

Una tarde en familia

A primeros de este mes de febrero tuve la ocasión de celebrar con la familia una misa por mi madrina. La fatalidad hizo que no pudiera estar el día de su despedida, y esta vez no quise perder la ocasión de rezar juntos, de celebrar juntos el paso de la muerte a la Vida de la tita Araceli. Siempre me gusta pensar que cuando un familiar nos deja, el último acto de cariño que los difuntos hacen para todos, es el poder de convocatoria que tienen. Y en este caso, la tita Araceli nos juntó a muchos que hacía bastante tiempo que no nos veíamos. Y después de celebrar la Eucaristía, nos fuimos a compartir un rato familiar. Alrededor del tito Genaro, el único familiar de esa generación que me queda, pasamos una tarde muy agradable. Desde los mas jovenes (Julio y Esperanza), hasta los mayores cargados de años, pudimos reír y saborear un buen chocolate.
Con Jose Mª, Ignacio y el tito Genaro
Recuerdo las fiestas en casa de los titos, los mayores en el salón y los niños en el pasillo, alrededor de aquella mesita con medias noches y patatas de casa Paco. ¡¡Cuántas aventuras y que divertidas eran esas fiestas!! Al final terminaba la tita Joaquina metiéndote algún hielo por la espalda o haciéndote comer un pastel entero. Gracias a todos, a los mayores, a esa generación que nos han dado tanto cariño, tanta educación, tanta sabiduría, tanta Fe, tanto ejemplo para salir adelante.


Mereció la pena el esfuerzo de un viaje relámpago para estar juntos esa tarde. Me traje el cariño de una familia que aun con los contratiempos y en la distancia, mantiene vivo el latir del corazón que toda familia tiene.

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