sábado, 26 de marzo de 2011

Pornografia televisiva




Casi por prescripción facultativa he visto un programa de televisión. Casi, porque he tenido la ocasión de colaborar en una conferencia que el protagonista de dicho programa realizaba en mi ciudad. Y ante el éxito y la enorme atracción que ha producido en la ciudad, he pensado que debía ver alguna vez dicho programa para poder tener un juicio personal. Pero confieso que a mitad del programa, tenía la sensación de esta viendo “pornografía”. No es que se emitiera sexo, ni escenas sexuales, pero lo pornográfico para mi es también exhibir lo intimo, los sentimientos, los problemas de los demás para regocijo de un público que enciende su televisión para ver durante 50 minutos los problemas, los dolores, las intimidades de las familias...con el solo objetivo de entretenerse. ¿Dónde está el pudor? En este programa una hija pega a su madre, a sus abuelos, me entero de que se mea en la cama ya con sus 19 añitos, y que su novio es un drogadicto que trata de convencer a todos de que no lo es. Y las cámaras graban todo durante 15 días, luego resumen lo mas televisivo, lo mediático y realizan un programa de 50 minutos. Al final de estos días, se “¿soluciona?” el problema familiar.
No dudo de la profesionalidad de los especialistas que trabajan con estos jóvenes con problemas, pero mi duda es si es necesario televisar ese trabajo. Mi reflexión es que estamos ante otro gran hermano, otro programa que juega con desvelar lo intimo de las personas para que el público pase un rato ante el televisor y subir audiencia. ¿Qué pasará el día que deje de emitirse el programa? ¿Se seguirá ayudando a los jóvenes con problemas? ¿Quién podrá costear estas ayudas si no hay audiencia?
Me sigo preguntando el interés que ha despertado en tantas personas ver este tipo de programas. ¿Diversión, entretenimiento, formación? Y el éxito está ahí, la audiencia es altísima. Pero permítanme que desde aquí les diga a mis lectores que no estoy de acuerdo con este tipo de programas, que la ayuda es necesaria, pero no así. No todo vale. Seguramente podrían ser supuestos, casos ficticios basados en historias reales, o algo parecido, pero omitiendo los nombres. Ahora, toda España sabe que anoche, en la tele, la chica gallega con nombres y apellidos, a sus 19 años es una meona y su novio un drogadicto. ¿Es necesario? Seguramente solo para ganar audiencia, porque si fuera ficticio no tendría tanta. Al final, el espectador ha decidido que estos programas “pornográficos” llenen las televisiones. Pero no cuenten conmigo, prefiero otro tipo de televisión.

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