viernes, 12 de marzo de 2010

la ley del silencio

Por Marisa Perez Toribio:
Los días previos a la Marcha por la Vida, en el semanario Alba, del grupo Intereconomía, había un anuncio fantástico. Se veía una persona dormida en el sofá, tapada con una manta, tan a gusto…y se podía leer la siguiente frase, «Si estás en contra del aborto, el domingo 7 no hagas como si estuvieras a favor». Muy gráfico y muy real. Como un signo de los tiempos que estamos viviendo. Ese anuncio es la representación gráfica de aquello de «lo único necesario para que el mal triunfe es que los buenos no hagan nada». Ese anuncio serviría no sólo para invitar a la gente a salir a la calle un domingo a defender la vida, como hicieron tantos miles de personas en toda España el domingo; podría utilizarse para cambiar la situación en que estamos con una frase similar a ésta: «Si realmente te parece tan grave lo que está pasando, no hagas como si te pareciera normal». Esa es la sensación que tengo hace mucho tiempo; la gente está horrorizada viendo muchas de las cosas que están pasando, pero difícilmente sueltan la manta y se levantan del sillón. Y es una pena, porque nos sorprenderíamos de cuánta fuerza tenemos; en realidad, toda la fuerza. Podemos cambiar las cosas.

Estamos viviendo una época terrible, de ataques directos a derechos y libertades fundamentales…y lo que nos queda por ver. Se ha ido imponiendo en la sociedad la ideología de género, casi sin que nos diéramos cuenta; una ideología que no se entiende que pueda imponerse por lo irracional de sus postulados, sustentada por un camelo ideológico, negando la realidad, la ciencia y lo que haga falta para arrasar, por ejemplo, la familia (me niego a decir «el modelo de familia tradicional», porque estoy harta de hacerles el juego utilizando su lenguaje, que ha calado por puro aburrimiento).

Lo que está pasando no es fruto de la casualidad. Estamos recogiendo lo que estos sembradores infernales han ido sembrando mientras estábamos acurrucados en el sillón, metidos en nuestra mantita, creyendo que no pasaba nada… ¡y vaya si pasaba! Pero podemos cambiar las cosas. Tenemos más fuerza de la que pensamos. Y en cualquier caso, de lo que podemos estar seguros es de que si no hacemos nada, desde luego nada va a cambiar y estos ideólogos no van a detenerse a menos que la sociedad los pare.

Esta misma semana hemos visto un pequeño ejemplo. Una simple denuncia pública de España Educa en Libertad ha servido para acabar con un juego interactivo de Cruz Roja Juventud. Un juego dirigido a niños entre 14 y 18 años, en el que con el pretexto de prevenir el SIDA y las enfermedades de transmisión sexual se incitaba a los adolescentes al sexo ocasional y a disfrutar de todo tipo de prácticas sexuales con cualquier desconocido al que le echaran el ojo en una tarde de fiesta. Ante la denuncia pública de este juego, financiado por el Ministerio de Sanidad y recomendado por el Ministerio de Educación, Cruz Roja ha decidido retirarlo pidiendo disculpas. Ya puestos, podían haber pedido disculpas también por los talleres de educación sexual que llevan años impartiendo en los colegios, también en muchos concertados religiosos, en los que transmiten a los niños la misma visión de la sexualidad que en ese juego que han retirado.

Claro, una cosa es quedarse con los niños en un aula a solas y decirles lo que les parezca (sin profesor, porque así los niños «se sueltan» y hablan con más confianza…) y otra cosa distinta es que todo el mundo pueda ver que Cruz Roja, una institución tan respetada, que tanto bien hace en su labor asistencial, y con la que tanta gente colabora, se dedica a decir a niños de 15 años que es normal practicar sexo oral, sexo anal e intercambiar juguetes sexuales con una persona, de distinto sexo o del mismo sexo, a la que se acaba de conocer en una tarde de marcha. ¿Por qué lo retiran? ¿Porque realmente no les parece bien o porque no quieren que todo el mundo pueda ver, ¡por fin! en qué consiste su educación sexual?

Cruz Roja Juventud debería retirar sus talleres de educación sexual de los colegios, no sólo ese juego interactivo. Mientras no lo hagan, lo del juego es un simple gesto para salvaguardar su imagen. En cualquier caso lo que ha ocurrido es una buena señal. No deberíamos haber dejado que se impusiera esta especie de ley del silencio. Llevamos años contemplando estas cosas, viendo cómo las feministas van imponiendo sus postulados en la sociedad sin encontrar casi resistencia; viendo cómo el Estado arrebata a los padres, por ley, la educación de sus hijos con la única oposición de unos miles de padres objetores; viendo cómo les arrancan a pedazos la inocencia a los niños y se la cambian por una visión descarnada del sexo sin compromiso y sin afectos. ¿Es que hace falta más?

¿A qué esperamos para levantarnos del sillón y tirar de la manta en lugar de seguir arropándonos con ella?

No hay comentarios:

Publicar un comentario