sábado, 14 de marzo de 2015

7º aniversario de tu marcha al Cielo.

Hace 7 años que Chiara Lubich nos dejaba para llegar a la Casa del Padre. Hoy quiero  especialmente agradecer a ella y a su Obra por todo lo que me ha dado en la vida.
No tenía aun los 15 años cumplidos,  cuando en unos ejercicios espirituales del colegio donde cursaba mis estudios en Jaén, un sacerdote nos habló de Dios amor. De lo importante que era yo para Dios, de todo lo que me había dado gratuitamente y cuanto me amaba a mí, ¡¡a mí, que era una adolescente desastre!! Y además, que yo podía amar a cada persona viendo en ella a Jesús, y así poder realizar Su mandamiento: “amaos como yo os he amado”. Quise conocer un poco más todo esto que me proponía este sacerdote, y junto a unas compañeras conocimos a las gen. Cuanto más me atraía esta forma de vida, más dificultades encontraba para poder estar con ellas. Mi familia no entendía que necesitara estar en grupo para vivir mi fe, prohibiéndome participar en grupos.
Pero aun así, yo podía vivir la palabra de vida cada mes e incluso la compartía con mi familia. Recuerdo que la primera fue: “Dios ama a quien da con alegría”. Ante el asombro de mi familia, empecé a bajar la basura cada noche,. Ponía la mesa, recogía, fregaba y encima lo hacía cantando, o mejor dicho: desafinando. Pero lo mejor era la alegría que trataba de poner al hacer las cosas. En el colegio pronto notaron el cambio, pase a ser la “repipi” de la clase a ser la chispa alegre en cada momento. Desde que conocí las propuestas de Chiara y como vivir el evangelio, decidí que todas mis payasadas iban a ser por Jesús.
            Unas de las cosas que más me costó hacer,  pero que,  viendo a Chiara aprendí sin dudar, es a “escuchar”. Estaba acostumbrada a hablar, a decir mis opiniones, mis ocurrencias, mis.. mis.. y de repente descubrí que para amar al hermano lo primero es dejarle entrar en mi.  Y para eso tenía que olvidarme de todo y escucharle, escucharle sin pretender tener respuestas, solo acoger sus palabras.
            Por diversos motivos, tardé algunos años en participar activamente en la Obra de Chiara, pero nunca deje de escucharle, de leerle, de vivir como ella me iba diciendo cada mes a través da la Palabra de Vida, de sus libros. Era un dialogo intimo con ella que me acercaba cada vez más a Dios, al hermano, y me hacia crecer espiritualmente. Cuando se presentó la ocasión, sentí que se me regalaba algo muy especial: la oportunidad de vivir esta espiritualidad colectiva que Chiara propone.
            Siempre recordaré cuando en el año 2002,  los ojos de Chiara se clavaron en mi saludándome como si fuera la única persona que estaba frente a ella, y ¡éramos miles los que aquel día estábamos en Leganés! ¡Gracias Chiara!

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