domingo, 13 de octubre de 2013

En las huellas de María



Os propongo un un escrito de Igino Giordani que nos conduce a intuir su relación profunda con María. Su camino hacia una comprensión cada vez más profunda de Su misterio.(fuente www.focolare.org/es)

«Hoy, más que nunca, la Iglesia insiste en proponer la imitación de María a través de la escucha de la palabra de Dios y en la práctica de su palabra en todas las situaciones. La imitación de María se resume en su actitud típica frente a la voluntad de Dios y en las palabras de Jesús: «conservaba con cuidado todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc. 2, 19).
Su corazón era un paraíso de cosas divinas: una habitación del Verbo encarnado y hablado. Ella era aquélla, que, como tenía a Jesús en su seno, tenía la sabiduría en el corazón. Se hizo capaz de recibir en sí misma a Dios porque se había acostumbrado a vaciarse de sí para colmarse de la mente de El. María actuó en el mundo llevando «una vida común», la de la mayoría de la gente, que está cargada de «solicitudes familiares y de trabajo», como nos ocurre a todos. Para darse toda a todos tradujo en materia prima de la santidad las vicisitudes de la vida de todos los días, mostrando que se puede llegar a Dios sin salir del ámbito de una existencia común. Por esta razón Ella es modelo de todos nosotros, y todos nosotros estamos en condiciones de reproducir –prolongar- la misión que Ella desempeñó, en la humanidad, y reproducirla en cualquier condición humana nos encontremos.
Cada alma puede copiar a María. Se debe sólo comportar de forma que el que vea sus expresiones reconozca a María, o descubra a María: y así esa alma dá al mundo al Redentor. En María se re-encuentran los pobres, los obreros, los enfermos, los ancianos; en Ella se re-encuentran, también, con la misma facilidad, los doctos, los científicos, los estadistas: pensemos en Bernardo, en Tomás de Aquino, en Dante, en Milton, en Manzini… Muchos no saben definir el cristianismo, ignoran del cristianismo su doctrina. Pero de la mamá, desde la época de la escuela,  grabaron y custodian  una imagen de María. En Ella comprenden que el cristianismo es un conjunto de cosas buenas: amor, piedad, solidaridad, fuerza, inocencia, alegría, belleza… Es el conjunto de las virtudes más deseadas con algo más: estas virtudes son vividas con una tal simplicidad que son accesibles a todos: alcanza, como hizo Ella, con apoyarse en Dios, ponerse en sus manos (…)
Si miras con tus ojos al prójimo y si consideras con tu mente la política, la economía, los estilos de convivencia, recibes mucha amargura. Pero si miras a las personas y a las cosas con los ojos de María, ante estas cosas te invade la piedad. Las lágrimas se impregnan de amor, y en la luz divina lo que parece grandioso o terrible o mortal se deshincha, y los gestos recobran la medida de su pequeñez (…). Si miras el mundo con los ojos de Ella, de los rostros más sombríos, de los hechos más oscuros, brotan chispas de humanidad, de simpatía, de poesía. Brota lo divino que la encarnación injertó en lo humano.
María es la criatura simple, imitarla implica  abandonar las palabras difíciles,  los gestos estudiados,  las relaciones en clave diplomática (…); en resumen el lavado de todos los trucos adheridos al alma, de tal modo de re-descubrir el propio yo, el que Dios hizo. Se objetará que así nos exponemos a la insidia de la gente astuta y sofisticada. Pero frente a esta gente, nuestra defensa tal vez –casi la mayor astucia- consiste en la simplicidad, que desarma. La verdad es la diplomacia más sutil. María va derecho por su camino, dice lo que piensa, hace lo que debe. En María se re-encuentran todas las almas que emplean las armas del bien, de la oración, del arrepentimiento, del perdón. Imitando a María, mejor dicho, uniéndonos a María, la marcha de la existencia se convierte en una escalada hacia el Cielo. Las asperezas de la vida se convierten en dulzura, nos dejamos tomar de la mano por Ella, su mano pura de madre que no conoce el cansancio».
Igino Giordani en: Maria modello perfetto, Città Nuova, 2001 (1967).

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