viernes, 14 de mayo de 2010

Maria Theotokos





Estos días de Mayo, he recordado el viaje que realizamos en el mes de Noviembre. Ya conté lo que supuso para mí estar en Lourdes. (Primera parada: Lourdes)

Ahora quería contaros otro momento: cuando visitamos la Iglesia Maria Theotokos en Loppiano.
Mirando desde fuera, recordaba la meditación de Chiara: “Como un celestial plano inclinado”

(…) Ella es “ensalzada” por corazones puros y enamorados que expresan así lo mejor que hay en ellos. Trae lo divino a la tierra, suavemente como un celestial plano inclinado que desciende desde la inmensa altura de los Cielos a la infinita pequeñez de las criaturas. Es la Madre de todos y de cada uno, la única que sabe balbucear y sonreír a su niño de tal manera que cualquiera, por pequeño que sea, puede gozar de esas caricias y responder con su amor a ese amor. (…) 1



Luego, una vez dentro, mirando el sagrario parecía envolverme en una caricia Suya, desterrándome de todo lo humano para sentir el paraíso más cerca. Indescriptible.






Pero había más: la pequeña capilla que hay detrás del sagrario, con la tumba de Renata. Allí, recordé la promesa que hice unos años: trabajar por mi ciudad como Renata trabajo por Loppiano. Y renové este deseo, que trato de acontecer cada día en cosas pequeñas. Ayer, por ejemplo, cuando llevaba a mi hija pequeña Marta al pediatra, me recordaba: “mami, ¿llevas bolsas, para guardar lo que el médico nos da para otros niños?”. Me impresionó como mi hija pequeña de 4 años ya incluye en sus tareas el hacer algo por los demás y recordármelo a mí. Así fue, después de la consulta, la pediatra colaboró con leche para lactantes que hacemos llegar a través de la parroquia a madres necesitadas.
Es una pequeña acción como respuesta a su amor.


1 Chira Lubich en Maria trasparencia de Dios, pag.96. Ed. Ciudad Nueva

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