No os asustéis, no me acabo de enterar ahora de la tradición
más mágica que en España tenemos. Recuerdo que no me decepcionó para nada
cuando en 3º de EGB y tras varios comentados escuchados a compañeras y tras los
cuales yo imaginaba algo, mis padres me hicieron participe de esta gran ilusión:
todos podemos ser reyes magos.
Y es así, después de descubrir que durante muchos años, “sus
majestades” se las ingeniaban para poder avivar mis ilusiones y entrar
sigilosamente en la noche para depositar regalos, a una edad infantil aun, pero
con madurez para asumir realidades, una deja de ser espectadora para vivir con ilusión
el poder ser también parte activa y ser creadora de ilusiones. Recuerdo ahorrar
para comprar un detalle a mis padres, de colaborar con mis hermanos para
preparar algún regalo, en definitiva, llegar a formar parte de la magia que
envuelve a los reyes magos. Y así continúa, es normal que nuestros hijos,
quieran formar parte y convertirse en reyes también ellos, aunque tengan solo 9
o 10 años. La ilusión continua, se transforma y viven ilusionados no solo el
recibir, sino también el dar. ¿No es esto ya un regalo?

Pero mi post iba de decepción, y es que ayer, vuelta al
cole, mi hija de 10 años volvía contando lo que habían “recibido” sus
compañeros: abundaban las Tablets, las videoconsolas más modernas (aunque solo tengan
juegos para mayores de 18 años), gafas virtuales, móviles e incluso algún IPod. Madre mía, ¿dónde
están las muñecas, las mochilas, los playmobil, los juegos de mesa, la ropa
nueva, y tantas otras cosas que pueden seguir ilusionando a nuestros hijos de
10 AÑOS?

Me gustaría recuperar la figura que había en mi familia: era
carbonilla, un paje que andaba escondido tras los armarios, debajo de la cama, por ahí presente
pero nunca visto. Él se encargaba de contarle a los Reyes magos si nos habíamos
portado bien, si podían traernos los regalos que pedíamos. Hoy recuperaría este
personaje pero para susurrar a los padres: debéis ser reyes, pero no
todopoderosos. Debéis crear ilusiones, no adictos dependientes de tecnologías y
menos a estas edades. No sé si será posible, pero yo al menos necesitaba
decirlo a los que me leéis.
Y dejaré para otro post la segunda parte: estos padres que
son todopoderosos a la hora de hacer regalos, cuando llega la hora de comprar
los libros de texto para sus hijos, ponen el grito en el cielo por lo caros que
son, y piden las ayudas gubernamentales porque no pueden pagar lo que sus hijos
van a necesitar para adquirir los conocimientos e ir creciendo. Pero eso, ya
digo, será para comentar otro día…
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