miércoles, 21 de julio de 2010

Gracias Antonio.


El yayo Antonio se nos ha ido. Ha comenzado su etapa mas tranquila, mas despreocupada, más “dulce” y sin su insulina. Ha dejado los apegos, las preocupaciones, el riego del césped, y espero que ahora este rodeado de todos sus seres queridos a los que no veía desde hace años.
Aquí te echamos de menos, pero hemos tenido la gran suerte de tenerte, de disfrutar contigo, de mimarte, de achucharte y de chincharte siempre que podíamos.
Ya hiciste un amago de irte, pero por influencias Divinas, tenías una misión que cumplir durante los últimos cuatro años entre nosotros: que Marta, mi hija pequeña pudiera disfrutarte como lo han hecho mis otros tres hijos. Y desde luego que has cumplido perfectamente con ello.
“Yayo, te quiero mucho” te solía decir Marta para despedirse, ¿verdad?, pues ahora aun no sabe que te has ido, pero yo te puedo decir por ella: Antonio, te quiero mucho. Gracias por todo lo que me has dado en estos casi veinte años que nos conocemos. Desde el Cielo cuida de nosotros. Gracias.

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