domingo, 6 de junio de 2010

La sabiduría se ser padres


Hace muchos años, cuando mi mente y mi cuerpo empezaban a demostrar que la niñez iba desapareciendo, pero aun no tenía lucidez para distinguir el bien del mal, recuerdo que me molestaba mucho que mis padres “eligieran” mis amistades. Que las investigaran, que supieran quienes eran sus padres, su familia… y encima que se permitieran decirme “hija, la amistad de esa persona no es conveniente para ti”. Incluso no me dejaban participar de actividades o asociaciones aunque supieran su fin. Pero aunque parezca mentira, aunque yo me revelara por fuera, interiormente siempre hice caso a mis padres. Y fui dejando crecer la distancia entre las amistades “potencialmente peligrosas” para mi edad.
Así, pasaba el tiempo, y al mismo ritmo mi crecimiento como persona se iba llevando a cabo. Y no tardé en descubrir porque mis padres no veían clara mi amistad con determinadas personas. Algunas de ellas fueron madres muy precozmente, otras nunca más se supo, alguna incluso decidió acabar con su vida… ¿lo sabían mis padres? Indudablemente no, pero su experiencia de vida le hacían ver más allá. Yo siempre agradecí estos consejos.
Justamente en estos dias, papá hubiera cumplido años, aunque ahora ya no pasa el tiempo para él.
Aunque si para mi, y ahora soy yo la madre. Intento ayudar a mis hijos, pero desde aquí quiero reconocer que me encantaría haber contado con el consejo de mis padres en alguna otra ocasión, incluso en mi vida adulta. ¿Es tarde? No, seguramente no, incluso pienso que aun desde el cielo siguen susurrándome “cuidado, hija”. Y así, a veces, no he sabido rodearme de amistades. ¿He fallado? Indudablemente no, pero la diferencia es que ahora tengo la suficiente madurez para incluso en la equivocación, saber reconocer lo bueno que toda amistad lleva consigo. Mas allá de lo que entraña cada relación, está la persona, a la que hasta ahora, he sentido siempre un deseo de amar desinteresadamente. Esto me ha supuesto algún dolor de corazón, pero desde luego, no voy a renunciar a seguir amando a cada persona que me encuentre en mi camino, sea o no conveniente su amistad. No puedo elegir la persona que se cruza en mi camino, pero si puedo elegir libremente hasta donde voy con ella en ese camino. Y aunque no decida ir más allá del presente escalón, siempre elegiré estar ese momento dispuesta a dar mi vida por ella. Y si me la roba, que Dios le perdone.
Papá, mamá, gracias por susurrarme y seguir aconsejándome a través de la oración. Y seguid así, a mi lado cada vez que os necesito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario