sábado, 28 de noviembre de 2009

Primera parada: Lourdes



Primera parte del viaje, destino: Lourdes. Nunca me pareció un viaje necesario de hacer. No sentía especial atracción por visitar el santuario. Me era indiferente. Pero hace unos años, mi hijo empezó a ir como voluntario en peregrinación con enfermos. Recuerdo cuando volvió de su primer viaje, estaba cansado, exhausto, pero feliz. Además, ante la imagen de la Virgen María había tenido la ocasión de formalizar su relación con Miriam, quien le había “metido el gusanillo” peregrino en las venas. Nos contaba su relación con los enfermos, la emoción ante María Madre bajo la avocación de Ntra. Sra. de Lourdes. Todo esto empezó a sonarme distinto, a interesarme por esta fe que lleva a tantos peregrinos a visitar el Santuario. Y ahora, después de tres años “escuchando” la gracia que supone ser voluntario hospitalario, hemos insertado en nuestro viaje hacia Loppiano (It), una hoja de ruta que pasa la primera noche en Lourdes.
Nuestra llegada fue a una hora tardía para estar en Francia. Eran las 20 horas y allí la vida estaba casi apagada. Encontramos un acogedor hotel familiar y pudimos descansar. Al dia siguiente, fuimos temprano a la gruta y la explanada vacía impresionaba mucho. Aunque dicen que impresiona mas verla repleta de peregrinos y voluntarios. Pero la paz, la tranquilidad de este día soleado en Lourdes llamaba la atención. Pudimos asistir a la misa en la gruta, al aire libre y fresquito. Los colores otoñales del paisaje recordaban que la vida es un ciclo perfecto que continúa en el tiempo.
Allí, bajo la mirada de La Madre, deje mis preocupaciones, mis oraciones, las que todos me habían pedido que llevara, y pude ir poniendo nombre a todos los que me venían a la mente. Era un dialogo de hija a Madre, ofreciéndole mi cariño y solicitándole su Amparo. La emoción me embargo en varias ocasiones, la belleza del lugar superaba toda mi imaginación. No era un lugar sagrado mas, sentí que unos brazos envolvían mi alma, y me dejaban reposar todo en ellos. Me hubiera gustado quedarme así mucho tiempo, pero no podía ser. Nunca olvidare esta emoción, esta sensación de acogida maternal. Lourdes, lugar de peregrinación, y ahora lugar en mi corazón. Quiero agradecer especialmente a Miriam, por transmitirnos esta ilusión, este deseo de ir al Santuario. Gracias. Seguramente este año, cuando llevéis a vuestros enfermos ante María, yo os acompañaré con mis oraciones en la distancia, pero me sentiré presente sabiendo dónde estáis

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