Como cada año, del 18 al 25 de enero en el hemisferio norte se celebra la Semana de oración por la unidad de los cristianos.
Este año el texto ha sido elaborado por los miembros del Movimiento Estudiantil Cristiano de la India -al que adhieren diez mil universitarios-, los de la Federación Universitaria Católica de toda la India y el Consejo Nacional de las Iglesias en la India de universitarios católicos de India. El lema elegido es del profeta Miqueas: “Lo que el Señor exige de nosotros” (cfr. 6, 6-8).
En todo el mundo los pertenecientes al Movimiento de los Focolares preparan y participan activamente en la Semana de oración.

Este año, además del habitual comentario de la Palabra de Vida,
en sintonía con el lema de este año, proponemos una oración espontánea
pronunciada por Chiara Lubich el 28 de octubre de 2002. Fue durante su
visita al Consejo Ecuménico de las Iglesias en Ginebra (Suiza):
“Jesús, estamos aquí (…) para pedirte ante todo una cosa grande ¡Señor!
Tú que has dicho: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre [en mi
amor], yo estoy en medio de ellos” (Mt 18,20), provoca en todos nosotros
un gran respeto fraterno, una profunda escucha recíproca, enciende ese
amor recíproco que permita, más aún, que merezca tu presencia espiritual
en medio de nosotros. Porque, lo sabemos, Señor, sin ti no podemos
hacer nada.
Pero, contigo en medio nuestro, podremos recibir la iluminación con tu luz, y podemos ser guiados durante este día (…).
Tú conoces (…) la llamada única aunque distinta, que cae sobre
nosotros: trabajar, junto con otros muchos en el mundo cristiano, para
que la comunión plena y visible entre las Iglesias se haga un día
realidad. Sabemos que esto exige casi un milagro. Por eso te necesitamos
a Ti, Jesús.
Nosotros por nuestra parte (…) no podemos dejar de abrirte nuestro corazón y desvelarte los sentimientos más profundos.
Sobre todo sentimos la necesidad de pedirte perdón, en nombre nuestro, y
en el de nuestras hermanas y hermanos cristianos de todos los tiempos,
perdón por haber roto sin consideración tu túnica y haberla convertido
en tantos pedazos: y por la indiferencia de haberla mantenido así. Al
mismo tiempo no podemos dejar de alimentar una ardiente esperanza en tu
misericordia, mucho mayor que nuestro pecado, y capaz no sólo de
perdonar sino de olvidar. De la misma manera no podemos negar una fe
grande en tu inmenso amor, que sabe sacar bien de todos los males, si se
cree en Ti y se te ama.
Todo esto nos quema en nuestro corazón, en este momento, Jesús, junto
con el agradecimiento por todo lo que, con tu gracia, desde hace casi un
siglo, los cristianos de muchas Iglesias, empujados por el Espíritu
Santo, han hecho para un acercamiento recíproco mediante un diálogo de
amor fecundo, un intenso trabajo teológico y una sensibilización general
del pueblo por la necesidad de la unidad.
Por ello, – déjanos decírtelo, Señor – si bien ante la siempre viva y
dolorosa situación de la todavía no plena comunión, sentimos ese
optimismo cristiano que tu infinito Amor no puede dejar de provocar. De
esta manera empezamos nuestro trabajo con la seguridad de que Tú, que
sabes vencer al mundo, sabrás también ayudarnos y ayudarte a que un día
mostremos Tu testamento realizado aquí en la tierra. Todo ello, por
haber alcanzado la unidad, podrá dar testimonio al mundo de que Tú eres
Rey y Señor de los corazones y de los pueblos. Amén”.