Es fácil
enamorarse del acento argentino. Es fácil imitarlo, hacerlo nuestro. ¿Quién no
ha contado alguna vez un chiste argentino, ché?
Vienen a mi mente nombres de futbolistas argentinos muy famosos y reconocidos internacionalmente.
Cuando escucho un tango, no puedo evitar sentir inmensas ganas de bailarlo. Tengo muy buenas amigas argentinas y muchas españolas viviendo "allá". Y
los que me conocéis bien, sabéis cómo me pirra el dulce de leche argentino.
A mis 50 años
he conocido a cuatro Papas, y os aseguro que ayer, cuando me informaron de la
fumata blanca, y junto a algunas buenas amigas nos pusimos alrededor de la tele
para vivir en directo el momento, sentía una emoción indescriptible. Era muy
consciente del momento histórico que estábamos viviendo. No faltaron las
bromas, las risas, los silencios, las lágrimas, y entre tanta emoción tampoco
el “mistela” y las pastas. Juntas esperando al “quinto” Papa en mi vida. Cuando
dijeron el nombre, una de nosotras que es
Argentina, dio un gran brinco de incontrolable alegría. Fue
espectacular su respuesta, que por supuesto hicimos todas nuestra. ¡¡Un Papa Argentino!!
Su primera
aparición me encantó. Supo hacernos callar y oír el silencio para rezar. Creo
que todos pudimos sentir su cercanía y sencillez. Y desde ayer, todos somos un
poco argentinos. Para algunos será nuestro Papa, para otros, indudablemente el
jefe del estado Vaticano. Por mi parte, cuenta con mis oraciones el nuevo Papa
Francisco. Iremos haciendo camino y escribiendo historia. ¡¡BIENVENIDO SANTIDAD!!
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