Jesús Jiménez Torrecilla,
Ha pasado mas de un mes desde que se marchó al Cielo. Talavera sigue
su ritmo diario, parece que nada ha cambiado. Pero a muchos talaveranos nos
falta su presencia. Jesús Jimenez Torrecilla, un hombre bueno y alegre.
Durante muchos años hemos podido disfrutar con él entre
nosotros. Un enorme regalo que Dios nos ha dado. Todos los que le conocimos podríamos
contar muchas cosas de él, pero lo que cada uno resaltaría sin dudar, era su
alegría, su sentido del humor.
Detrás de la barra, Jesús se esmeraba
en agradar a sus clientes, que terminaban por ser amigos asiduos.
Tras su jubilación, lo veíamos
dedicado a su familia, sus nietos. Su sonrisa mientras paseaba de la mano y
charlando con sus nietos Alejandra y Fernando, demostraba lo feliz que
estaba.
Jesús “se hacía querer sólo por estar ahí”. Cuando te veía por la calle y te decía “Adiós vecina” te alegraba el día. La
alegría más auténtica es un don, y nace del corazón. De ahí, sin ninguna duda
le brotaba la alegría a Jesús. Alegría que toda su familia comparte y nos
regala a todos los de su alrededor.
Podemos sonreír a todos y en todo. Un
poco de alegría vale más que todo el oro del mundo. La sonrisa rejuvenece, sana
las heridas del pasado, abre horizontes al futuro y pone alas en el alma. La
sonrisa es la mejor medicina para el cuerpo y para el alma.
Gracias Jesús por tantas sonrisas que
hemos recibido de ti.
Esta Navidad, cuando visitemos el
belén en casa de Rosa, sin duda habrá un pastorcillo nuevo: será el abuelito
Jesús que ha llegado al “portalito”.
* Publicado en diario La Tribuna de Talavera
* Publicado en diario La Tribuna de Talavera
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